7 ene 2008

Tópicos: el alegre camuflaje de la mentira

En todo lo que rodea a la persona humana existen los tópicos. Tópicos sobre la forma de ser, vestir, andar; tópicos sobre la forma de hablar, sobre el comportamiento, sobre la actitud. Tópicos, en definitiva, tan típicos y comunmente aceptados, que nadie se para a pensar si son o no verdad.

De hecho, nadie se para a pensar que en una inmensa mayoría no son verdad.

Los hay de todo tipo, y explican cualquier circunstancia que podamos imaginar; pero hoy quería volver al tema futbolístico, y hablar sobre los tan denostados pero siempre útiles (y sobretodo ampliamente usados) tópicos futbolísticos. Desde el "fútbol es fútbol" hasta el "hemos sido mejores pero no hemos tenido suerte", incluyendo algunas reflexiones filosóficas como "debemos ganar, porque si no ganamos, empataremos o perderemos", o plasmaciones de una realidad antigua como "el fútbol es ese deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania", los tópicos inundan este mundo del "beautiful game" y lo explican absolutamente todo.

Hoy vamos a desenmascarar un par de tópicos, no tanto como frases al aire, sino como concepciones que, por lo gastado, terminan siendo consideradas verdades absolutas.

El canterano siempre siente más los colores que el foráneo

Tema tabú, pero recurrente. Parece ser que sólo por el hecho de haber salido de la cantera, un futbolista mostrará una actitud más profesional sobre el campo, luchará más, sudará más y animará más a sus compañeros, se quejará menos de ser suplente y entrenará con más rigor.

Esto, como es obvio, es falso. Canteranos de toda la vida resultarán ser malos profesionales, mientras que en jugadores recién llegados veremos muchas veces la personificación del trabajo bien hecho. No hace falta remontarse mucho para ver esto, ni ir demasiado lejos; en el Barça, Puyol es el estandarte, el "Maldini" y el modelo a seguir, pero de la misma Masia han salido jugadores como Óscar García, que no destacaba precisamente por su profesionalidad ni por su ánimo en los entrenamientos, o Celades, que no dudó en terminar en el Madrid tras un corto paso por el Celta, o Luis Milla, que pasó de poder ser campeón de Copa con el Barça de Cruyff a irse al club merengue.

Los casos de foráneos "desertores", o incluso de canteranos tránsfuga, no son tan extraños; el caso de Figo posiblemente es el más doloroso para los azulgrana, mientras que el triunfo de Luis Enrique en Barcelona aún levanta alguna que otra ampolla en Madrid. Laudrup en su día, o sobretodo el impresentable Javier Saviola, son otros ejemplos de ello.

Hemos recordado nombres y situaciones, pero el auténtico motivo de esta entrada era derrumbar al menos un par de tópicos. Con el caso de Xavi, tratado ampliamente en Futbolitis, se eleva a la máxima expresión ese inmenso interrogante tabú que coloco desde aquí encima de aquellos tópicos que, sólo por el hecho de ser repetidos por la gente, parecen verdades inmutables.

Lo único que importa es ganar, más allá del juego

Frase típica en la que se apoya sobretodo un sector tremendamente ventajista de la afición, especialmente la culé, para justificar que el Madrid esté haciendo presuntamente bien las cosas y el Barça no. La realidad es que quien lo está haciendo mal es el Barça, que ha perdido el norte, y no el Madrid, que sigue siendo un conjunto vulgar y amarrete en su fútbol, pero exitoso en sus resultados; la victoria de esta semana frente al Zaragoza en el Santiago Bernabéu es una muestra más de ello, de cómo permitir que un rival juegue mucho más y mucho mejor que tu equipo y sin embargo vencerle.

No nos equivoquemos; el ganar es el objetivo, pero el ganar a secas no es suficiente. Laudrup nos ha demostrado este año en el Getafe una máxima que guarda una importante relación con esto; si tienes las ideas claras y sabes lo que buscas, si tu objetivo es jugar bien y lo consigues, tus resultados mejorarán por pura inercia, y la unión entre confianza y buen fútbol te elevará en la tabla y te concederá el éxito.

Jugar mal y vencer, a sabiendas que estás jugando mal, sólo sirve para aumentar la confianza en tus futbolistas; pero a la larga, nadie quiere ir al estadio domingo tras domingo a aburrirse. Capello ganó una Liga, y fue popular porque el momento histórico del Madrid requería un título; pero asimismo, hizo que la Liga siguiera perdiendo importancia en su carrera con la Premier y la Serie A por la supremacía en el mundo, de la misma forma que logró, ayudado por la lejanía del estadio, vaciar casi del todo las gradas del Delle Alpi en Turín.

Dunga, que al parecer sufrió algún tipo de trauma como futbolista, resolvió que lo único que importaba era ganar, ganar y ganar, y de hecho, ganó; sufriendo contra equipos de nivel más bien bajo en la Copa América, aprovechándose de un camino más sencillo que Argentina hasta la Final y de un mal partido de la albiceleste para alzarse con el título.

Pero me temo que Dunga no será recordado precisamente como uno de los mejores técnicos de Brasil por ese trofeo; la palabra que merece, a mi entender, el técnico que dispone de alguna de la mejor materia prima del mundo para jugar al mejor fútbol y opta por el defensivismo (lo fácil, en realidad), no es siquiera un cobarde... es un estafador.

Ganar títulos con un equipo que ya de por sí es ganador no suele pasar a la historia. Necesitas algo más para ser un conjunto recordado; y por eso se hablará siempre del Milan de Sacchi, del Dream Team de Cruyff (producto indirecto de la Naranja Mecánica de Rinus Michels), pero difícilmente recordaremos el técnico de Di Stéfano en las cinco primeras Copas de Europa del Madrid, a pesar de ser la racha más destacada de la historia. Podemos recordar el Oporto de Mourinho por sorprendente, pero rara vez se hablará del técnico del Steaua de Bucarest que derrotó al Barça en 1986. ¿Popularidad? ¿O quizás el sentimiento generalizado de que esa "final de los penaltis de Sevilla" la perdió más el Barça y la pataleta de Schuster, que ganarla el equipo rumano? ¿Tal vez el hecho de que ese Steaua no proponía nada especialmente nuevo, mientras que el Milan que se enfrentaría a ellos tres años después era una escuadra totalmente revolucionaria?

Para dejar un recuerdo en la memoria que no sea apenas una ligera y borrosa imagen de un tiempo pasado no especialmente brillante, hace falta algo más que ganar un título... o ganas muchos títulos, o lo haces con un estilo determinado; y eso es lo que hicieron, por ejemplo, Sacchi y Cruyff, cada uno con su estilo, cada uno a su manera.

Sí, ganar es importante... pero cómo ganas, también.

Y otro día, más.