27 sept 2010

No es sólo juego (II)

En la última entrada, antes de las maravillosas pruebas físico-técnicas necesarias para el curso de entrenador (que espero pasar gracias a mi tremenda técnica, a mi espectacular físico y sobretodo gracias a mi extraordinaria humildad), hablábamos del Liverpool FC, de sus mejores tiempos y de su decadencia. Querría continuar este pequeño repaso a la situación del histórico club red recordando los tiempos que siguieron a la renuncia de Joe Fagan en 1985.

Dalglish y los últimos años de gloria

Sin la posibilidad de competir en Europa debido a la ya mencionada prohibición de la UEFA, muchos de los grandes jugadores del Liverpool emigraron a otros clubes del continente. Ello sin embargo no pareció crear, en primera instancia, demasiados problemas al nuevo técnico del equipo, el entrenador-jugador Kenny Dalglish. El escocés guiaría al equipo de Merseyside durante los seis años siguientes, hasta 1991, cuando, alegando razones de salud, dejaría su cargo. En ese tiempo, el Liverpool siguió siendo grande... pero no tanto; en el palmarés de esos años quedarían tres Ligas (pero también la dolorosa derrota en el último partido a manos del Arsenal en 1989), dos Copas (pero también el extraño fracaso frente al Wimbledon en 1988) y varios trofeos menores más (aunque también la primera temporada en blanco en quince años, la 86-87).

La renuncia de Dalglish, sin saberlo, cerró de alguna manera el ciclo vencedor del Liverpool; en los próximos años, el equipo volvería a ganar títulos, pero los mayores honores locales y europeos les estarían vedados. A Dalglish le sustituyó Graeme Souness, que sólo pudo vencer una Copa en 1992; después llegaría Roy Evans, que en cuatro años apenas logró una Copa de la Liga y un subcampeonato copero. En 1998, el Liverpool decidió unir al francés Gérard Houllier al equipo técnico de Evans, con tanto éxito, que Roy decidió marcharse en Noviembre. Houllier, ex seleccionador francés, quedaría como fijo en el puesto: era el primero que no guardaba relación alguna con la cultura del Boot Room. Era, por lo tanto, la confirmación del fin de una época en Liverpool.

Los "extranjeros" y la Liga prohibida

La primera temporada de Gérard Houllier como manager del equipo fue desastrosa; no sólo no se ganó ningún título, sino que además el equipo concluyó la temporada en una pésima séptima posición, quedando fuera de Europa. Los aficionados tuvieron que esperar a la 2000-01 para volver a celebrar un campeonato; en ese caso, por partida cuádruple, pues el equipo, que ya contaba en sus filas con jugadores como Gerrard, Owen, Heskey o Carragher, venció en un mismo año la Copa, la Copa de la Liga, la Copa de la UEFA, y las subsiguientes Charity Shield y Supercopa de Europa. Sería el año más grande de Houllier, y probablemente el mejor del Liverpool hasta 2005.

Pero no tuvo continuidad. Al año siguiente, el Liverpool logró una segunda plaza en la Premier League. Y nada más. Nada más, de hecho, hasta que otro "extranjero" que no tenía nada que ver con la cultura heredada de Shankly se hizo con los mandos del club en 2004: estamos hablando, lógicamente, de Rafa Benítez, a quien todos conocemos bien. Benítez dio al Liverpool el éxito más grande de los últimos decenios, la recordada Champions League de 2005, tras remontar un 3-0 de forma casi inexplicable, mágica, al Milan de Shevchenko, Pirlo, Kakà y compañía.

Pero su prometedor inicio se fue apagando. A pesar de que el Liverpool pasó a ser uno de los más peligrosos equipos de la Champions, alcanzando otra Final en 2007 (perdiéndola, esta vez, contra el mismo Milan), lo cierto es que no por ello su palmarés aumentó sensiblemente; la Premier seguía vedada, y el subcampeonato de 2009, con Torres como nueva gran estrella del equipo, no pudo ocultar las graves desavenencias entre los nuevos propietarios del club, los "americanos" Tom Hicks y George Gillett Jr., y la afición. Después de cuatro años sin un título, y tras una decepcionante temporada en la que el Liverpool quedó relegado a posiciones de Europa League, Rafa Benítez dejó el club con rumbo al Inter de Milán en verano de 2010.

El "momentum" desperdiciado

Ese mismo verano (esto es, hará un mes y pico) hubiese sido un excelente momento para realizar una catarsis en el seno del Liverpool: contra la desilusión de tanto tiempo sin una Liga (más de veinte años, de hecho), la situación era propicia para llevar a cabo una gran renovación, no sólo deportiva, sino también "moral". El Liverpool pasaba por unas circunstancias no muy lejanas a, por ejemplo, el Barcelona en 2003; un equipo desprestigiado, una afición deprimida, y una aguda sensación de descapitalización del club. La entidad catalana aprovechó las elecciones de ese año para revolucionarlo todo; la subida al poder de un joven presidente, Joan Laporta, trajo consigo la llegada de un joven entrenador, Frank Rijkaard, y a la vez, de jóvenes talentos, personificados en la persona de Ronaldinho Gaúcho. Si algo lograron estas dos incorporaciones, especialmente la segunda, fue devolver lo más preciado a un club de fútbol: una ilusión incontenible. El resultado posterior lo conocemos todos.

En el caso del Liverpool, esa oportunidad no se ha aprovechado. La llegada de Roy Hodgson, un veterano técnico que venía de alcanzar la Final de la Europa League frente al Atlético de Madrid (y de perderla, atención al nada nimio detalle en este caso), se ha visto más como una medida de supervivencia temporal que como una apuesta firme y segura. Lo mismo puede decirse de los fichajes; en época de grave crisis económica y de enorme deuda, el club no ha apostado, como sería lógico, por juventud prometedora de bajo coste, sino por futbolistas más o menos veteranos, competitivos, pero tampoco especialmente destacables. El resultado hasta la fecha era el que se podía esperar; el juego del equipo no sólo no impresiona a nadie, sino que además cosecha resultados mediocres, y la sensación generalizada es de temporada perdida. No se ha renovado la ilusión: el mensaje mandado da a entender que la austeridad podrá con el fútbol, que no se apostará por recuperar la tradición ganadora heredada de Shankly.

El club parece navegar en aguas cubiertas de niebla, sin rumbo, sin objetivos. La realidad es que todo el mundo espera un cambio de manos, el momento en que Gillett y Hicks vendan definitivamente la entidad a algún consorcio chino o un jeque árabe con más dinero que cabeza; y eso, obviamente, sólo confirma la sensación de "año perdido".


¿Qué hacer? Homenaje al TCM (II)

Como ya se hizo hará un tiempo con el Atlético de Madrid (sin mucho caso por parte de un técnico excepcional como es Quique Sánchez Flores, por cierto), desde este blog se podría hacer una propuesta "Total Club Manager". Es fácil, gratis, y estaría separada dos líneas del artículo en sí, dando a entender que los sentimientos más bajos del autor recuperan el control del blog...

Veamos: si tenemos en cuenta las necesidades actuales del club, tanto a nivel deportivo como especialmente emocional y... ¡eh!, ¿qué pasa? Ah, ¿que no hay espacio ya? Jo, qué pena, yo que quería desfogarme un poco...

En fin, Blogger manda. Antes de irme, no obstante, quería ponerme un poco serio (dentro de mis limitadas capacidades) para recordar a alguien que nos dejó hace poco y que realmente merece algo más que una mera mención. Se trata de un hombre que muchos conocen por llevar mochila y bastón, pero cuya mochila auténtica iba cargada de ideales, y cuyo bastón de verdad, en el que se apoyaba, era la voluntad de un pueblo de reclamar su historia y sus derechos. Estoy hablando de José Antonio Labordeta, escritor y cantautor, uno de los pocos hombres auténticos que le quedaban a la política de este país, y por encima de todo, una persona que jamás olvidó ni de dónde venía, ni quién era.

Fotografía Dalglish: Virgin Media
Fotografía Houllier: Kotzot.com
Fotografía Benítez: The Sun
Fotografía Hodgson: El Enganche
Fotografía Labordeta: Carlosjuan.net

22 sept 2010

No es sólo juego (I)

Escribo después de casi dos meses de ausencia, y justo antes de irme a doscientos kilómetros de aquí a realizar una prueba física para un curso de entrenador... porque claro, como todo el mundo sabe, en Barcelona no hay campos de fútbol. Ni los ha habido. Ninguno. Nunca.

Lo cierto es que durante este tiempo, a pesar de haber encontrado cosas muy interesantes, no he encontrado ningún tema que realmente... vale, está bien, me daba pereza escribir, de acuerdo. ¿Contentos? Bueno, pues vamos al lío; a raíz de unas declaraciones de Agger, se me ha ocurrido que era un buen momento (oportunismo puro y duro 100%) para hablar del tan denostado últimamente Liverpool FC.


Una sentencia definitiva

La Final de la Copa de Europa de 1985 se disputó el 29 de mayo, en el estadio belga de Heysel. Se enfrentaban la Juventus de Platini, entrenada por Trappatoni, y el Liverpool de Dalglish, Rush y compañía, con Joe Fagan como técnico. Sin embargo, poca gente recuerda esa final por lo que ocurrió sobre el terreno de juego (venció la Juventus 1-0), sino por lo que pasó en las gradas.

Como este blog va sobre fútbol, obviaremos el terrible desastre que trae a la mente esa fatídica fecha, y nos concentraremos en las consecuencias; la UEFA sancionó a la FA, cuyos equipos quedaron baneados de la competición europea por un lustro. En el caso del Liverpool, la sentencia fue aún peor: diez años sin participar en ningún torneo europeo. Finalmente se redujo la sentencia a seis, pero aún así, el daño ya estaba hecho; la liga inglesa, que había dominado el fútbol continental en los ochenta, perdió a sus grandes figuras, que emigraron a otras ligas. El Liverpool fue el más afectado: sus mejores futbolistas se fueron, su técnico Joe Fagan se retiró para dar paso a Kenny Dalglish, y su edad dorada se acabó. Aunque quizás sea prudente recordar precisamente de qué iba esa edad dorada...


El Boot Room

Y es que si algo había significado la llegada de Bill Shankly muchos años antes, en 1959, era en realidad la imposición de una idea de fútbol, una forma de entender el juego; definido como un hombre de pocas palabras y sentencias cortas, el escocés era un enamorado del llamado "passing game". Shankly se rodeó de un núcleo duro, forjado en la famosa Boot Room de Anfield y formado originalmente por Bob Paisley (que sería técnico en la época más gloriosa del Liverpool, entre 1974 y 1983), Joe Fagan (manager entre 1983 y 1985) y Reuben Bennett (el único que no entrenaría nunca al conjunto red, aunque a la postre sería el más longevo de los cuatro en la entidad). A estos cuatro se unirían con el tiempo otros técnicos, aunque ninguno sobresaldría tanto ni cosecharía tantos éxitos como ellos.

Shankly era contrario a las fórmulas del "kick and rush" que históricamente habían imperado en Inglaterra; consideraba que el pase era la base del juego, y por eso imponía a sus futbolistas una forma de entender este deporte basada precisamente en eso: en el pase corto, el toque y el apoyo. Decían que no le gustaba entrenar, pero que siempre lograba contagiar su entusiasmo a los que tenía alrededor: "pásale la pelota a la camiseta roja que tengas más cerca", solía decir. Su herencia fue recogida por Paisley, quien, con una plantilla mejorada y una forma de trabajo basada en el balón, logró cosechar éxito tras éxito, no sólo en Inglaterra (seis campeonatos de Liga, un sinnúmero de copas), sino también en Europa (campeón en 1977, 1978 y 1981). Suya es la frase "mira, yo también he estado aquí en los malos tiempos; un año terminamos segundos". Fagan, ayudante tanto de Shankly como de Paisley, fue el más efímero de los tres como entrenador, pero también cosechó éxitos notables; en la primera temporada bajo su mando, la 1983-84, el Liverpool completó un triplete (Liga, Copa de la Liga, Copa de Europa), y alcanzó la Final europea al año siguiente - el año de Heysel.

A estos tres técnicos les unía una línea metodológica, una gran capacidad de gestión de grupo y de plantilla, una considerable personalidad (especialmente en el caso de Shankly y Paisley, que fueron auténticos personajes en su momento) y sobretodo una idea común del fútbol: los tres abogaban por un patrón de juego muy similar. Y, si bien la plantilla evolucionó a lo largo de las casi tres décadas que duró este período (del flojo equipo de los sesenta a la primera generación de campeones, con Toshack y Keegan; de ellos a Dalglish y Souness; y finalmente, la llegada de los Whelan y Rush y la posterior decaída del equipo), lo cierto es que el hilo conductor, el fútbol con balón, se mantuvo siempre. Y con él, la filosofía de los integrantes del "Boot Room", el conjunto de características distintivas y definitorias del más glorioso Liverpool de todos los tiempos.


Y cerramos por hoy, que si no la entrada se hace más larga que la mili de Rambo. En la próxima entrada seguiremos con la decadencia de la idea y la situación actual del club de Merseyside. No obstante, no quería marcharme sin anunciar que en los últimos tiempos he actualizado el blogroll, cancelando los links a aquellos sitios que habían quedado inactivos, renovando los que habían cambiado de dirección... y sobretodo, añadiendo otros nuevos, como el redivivo blog de Martí Perarnau, el interesantísimo blog de Mr. Renoog, o, muy especialmente, el más que recomendable blog de Kundera. Espero que los disfrutéis tanto como yo.

Foto Placa Conmemorativa: Liverpoolfc.tv
Foto Shankly y asistentes (detrás, Saunders, Bennett, Twentyman y Fagan; delante, Bennison, Moran y Evans): Lfchistory.net