Eidur Smári Gudjohnsen era un buen futbolista. Ninguna superestrella, pero sí un gran segundo punta, que había dado muchas tardes de gloria al Chelsea acompañado de delanteros como Hasselbaink.
Un día, al Chelsea llegó un hombre con un objetivo inequívoco: ganar tantos títulos como se disputasen. Para ello, ese hombre hizo seis fichajes. A Gudjohnsen no le afectó demasiado; siguió jugando como siempre, un poco más atrasado; pero al equipo sí, y los azules de Stamford Bridge ganaron la Premier rebasando la cifra de los 90 puntos. Al año siguiente, la historia fue similar; pero Guddy jugó mucho menos, puesto que el hombre había traído un futbolista ghanés de Lyon, un tal Michael Essien...
El Chelsea volvió a ganar la Premier, pero Gudjohnsen, viendo que tenía poco futuro como "blue" si todo seguía así, resolvió cambiar el azul londinense por el blaugrana del Barça. Llegó al club catalán para suplir la baja del gran Henke Larsson, que volvía a su patria a retirarse. Empezó bastante bien, resolviendo un partido en Vigo y marcando una cantidad de goles bastante buena.
Hasta que apareció un conejo. No llevaba un sombrero como el del cuento pero, como después se encargó de demostrar, sí una cartera que debía llenar a toda costa. El conejo en cuestión arrastró a Gudjohnsen (que había visto como sus minutos subían exponencialmente tras la lesión de Samuel Eto'o) al banquillo, al ostracismo, para marcar unos cuantos goles, la mayoría de los cuales de poca relevancia, y dejar que la afición le aclamara por su oportunismo, la mayor y prácticamente la única de sus virtudes como delantero.
Terminó la temporada. Guddy había jugado menos de lo esperado, con un rendimiento que fue tachado de irregular. Llegó un fenómeno al Barça, Thierry Henry, en parte para tapar la que había sido sin lugar a dudas una mala campaña; y Guddy quedó en un segundo plano... o peor, puesto que todos coincidieron en que su nombre estuvo en la lista de transferibles del equipo culé.
De repente, el Barça sufre una plaga de lesiones. Márquez, Touré, todos los centrocampistas de corte defensivo caen y se convierten en bajas.
El equipo juega en Vila-Real con un centro del campo de circunstancias... y pierde, y no sólo el partido, sino también al gran Anderson de Souza, el hombre todoterreno, el jugador que llega, recupera y crea. Guddy sale al terreno de juego en la segunda mitad para intentar remediar el desastre; pero ya es imposible.
Sin embargo, su buena actuación se convierte en un salvoconducto para el siguiente partido, que se va a jugar en Ibrox Park, Glasgow. Es la oportunidad de Gudjohnsen de demostrar que puede aportar muchas cosas, de demostrar que es un buen centrocampista tanto como un buen segundo punta.
La historia va prácticamente como Eidur podía desear; sólo le falta marcar para completar una actuación que todos coinciden en valorar como muy buena. Pero el equipo, faltado de chispa, no logra vencer a un cerrado y rácano Rangers. El resultado no es nada malo, pero podría haber sido mejor.
Gudjohnsen pasa de ser un olvidado a una opción más para el ataque. Juega de nuevo frente al Almería, y el Estadi le aplaude por su lucha y su buen juego. Sin embargo, sigue sin ser titular.
Ahora le llega otra opción: Valladolid. ¿Podrá Eidur, por fin, demostrarle a Rijkaard que está cometiendo un error alineando juntos a Xavi e Iniesta en la misma línea, y que él es el único que puede suplir al gran Deco? ¿Podrá Guddy, por fin, saldar cuentas y demostrar que es un gran futbolista y no sólo un olvidado suplente?
Y sobretodo, ¿se dará cuenta Rijkaard de una vez de los problemas del equipo, de que la falta de verticalidad también es culpa del centro del campo, de que Xavi e Iniesta no son una pareja de éxito como lo son el mismo egarense y Deco, o Iniesta de extremo con Henry y Messi?
¿Veremos por fin un centro del campo compensado, aunque no esté Deco?
La respuesta, en el Nuevo Zorrilla de Valladolid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario