Lionel Messi es, sin duda, uno de los mayores talentos del fútbol mundial a día de hoy. Rápido, explosivo, técnico y además goleador, el argentino es una joya que a buen seguro dará muchísimo al fútbol.
Pero, ¿a qué fútbol? ¿Al fútbol del Barça, al fútbol de la albiceleste? ¿A ambos?
En esta situación se encuentran no sólo Messi, sino todos los jugadores internacionales de las Ligas del mundo. En el caso de la LFP, la cifra es nada más y nada menos que del 20%; más de cien futbolistas defienden la zamarra de sus clubes y también de sus respectivas federaciones.
Lo que debería ser un orgullo, pues, se convierte en un problema. Messi va a ¡Australia! a jugar un partido amistoso con su selección, vuelve lesionado, y el que lo pierde un partido termina siendo el Barça. ¿Para qué? Pues para que la empresa que posee los derechos de la albiceleste se enriquezca. ¿Vale la pena, pues, que las selecciones jueguen amistosos, si al final los perjudicados son los clubes, entidades éstas que verdaderamente son el sustento de nuestro "beautiful game"?
¿Vale la pena que el Milan, el Barça, el Madrid, el United, el Arsenal cedan a sus futbolistas para que les vuelvan lesionados... sin ver un euro a cambio? Se puede llamar a esto demagógico, si tenemos en cuenta la calidad de sus plantillas y el dinero que mueven estos clubes. Sin embargo, no así piensan una mayoría callada y sufrida de equipos de la Ligue 1 francesa, por poner un ejemplo; clubes con ingresos mínimos comparados con las poderosas entidades antes mencionadas, que se quedarán literalmente sin equipo cuando empiece la Copa África, dado que sus plantillas están confeccionadas principalmente con futbolistas procedentes del continente africano. Eso también aplica, obviamente, a los Drogba, Eto'o, Diarra, Essien, Touré Yayá y compañía; pero sin duda es necesario mencionar antes a los humildes, que no pueden ni podrán nunca elevar la voz, que a los poderosos, cuya voz resuena cada vez que la usan en todos los medios del mundo.
En el caso Laporta, con tal de criticarle, hasta en los medios madrileños. Nadie ve que, sea por querer mejorar el panorama o por mero egoísmo, Laporta propone cosas que redundarían en el bien de todos los clubes, no sólo el Barça. Quizás, como apunta Samuel Eto'o, el dinero no sea la solución a los problemas; pero un calendario unificado, y una fase clasificatoria que no rompa el ritmo de los equipos de las ligas europeas y sudamericanas una o dos veces al mes, ayudarán sin duda tanto al buen funcionamiento de los equipos de club, como a mejorar el trabajo de los internacionales, que no necesitarán tener la cabeza en dos sitios a la vez.
Pero, como siempre ocurre, es más fácil cargarse a Laporta, cosa que se ha convertido en una especie de deporte en ciertos lugares, que intentar ver más allá de las narices de uno y darse cuenta de que aquí hay un problema que clama solución.
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