Leía esta tarde el interesantísimo análisis de Futbolitis sobre el Milan, tanto histórico como actual, y no podía evitar sentir una cierta envidia por la historia reciente milanista; Champions y más Champions, semifinales, cuartos cuanto menos.
El Barça es distinto al Milan en varias cosas. Primero, en el estilo; segundo, en el funcionamiento de club; tercero, obviamente, en los antecedentes.
Milán y el éxito
El club lombardo es una entidad que en los últimos años colecciona títulos europeos. Basando su funcionamiento en un equipo superprofesional, con una experiencia tremenda y un compromiso ejemplar, prácticamente los mismos que ganaron en Manchester en 2003 volvieron a hacerlo en Atenas cuatro años más tarde. Esto es un proyecto a un plazo larguísimo, esto es un modelo de gestión que busca el cetro europeo por encima de cualquier otro objetivo, una forma de trabajar con una orientación clarísima: Europa. Y lo mejor de todo, es que lo consigue una y otra vez a pesar de la inmensa competencia, a pesar de algún que otro fracaso, como la derrota por penaltis en Estambul del 2005 o la eliminación a manos del último coletazo del Depor en 2004.
Victoria tras victoria en Europa, el Milan ha ido cosechando resultados pobres en Italia en estos últimos años; primero, superado por la Juventus de Capello, que tenía no sólo un entrenador mucho más orientado a campeonatos de regularidad como es Fabio, sino además los arbitrajes a favor, lo cual ya de por sí es decisivo; y después, por el Inter de Mancini, un equipo caótico a más no poder, una escuadra sin concepto alguno de juego colectivo que avanza por su arrolladora calidad en todas las líneas, especialmente en su delantera. Evidentemente, en Europa rivales como el Villarreal le hacen morder el polvo; ninguna escuadra que no sea un equipo de verdad puede ser competitiva en un torneo así.
Pero eso no parece importarle al equipo dirigido por Ancellotti y presidido por Berlusconi, que sigue creyendo en un proyecto longevísimo y en futbolistas del carisma de, por ejemplo, el gran Paolo Maldini, una representación antonomásica de lo que es y debe ser un capitán de verdad. Hombre de club como pocos, combina superprofesionalidad con resultados, esfuerzo máximo con inteligencia, contundencia con comedimiento sobre el terreno de juego. Maldini difícilmente se meterá en una reyerta; sabe demasiado como para entrar en tonterías, está por encima de ello. Ese talante le hace modelo a imitar por futbolistas que perfectamente podrían ser sus sucesores; el que nos interesa, en este caso, es uno de sus más grandes admiradores, Carles Puyol.
Barcelona y el estilo
El estilo azulgrana requiere fútbol bonito, requiere resultados en Liga porque sabe que Europa es volátil, nunca ha sido el fuerte de una entidad donde se han dado cita algunos de los mejores futbolistas de la Historia y algunos de los equipos que mejor fútbol han practicado. Únicamente se puede atribuir a la mentalidad el hecho de que en sus vitrinas sólo haya dos Copas de Europa.
El más grande lastre del Barça es ese, indudablemente; una mentalidad que arrastra consigo a técnicos de tres en tres, una creencia estúpida que hace que la gente piense que un proyecto puede durar, a lo sumo, dos o tres años, hasta que se tiene que cambiar absolutamente todo, destrozar el equipo y traer a gente nueva que supla a estos "vagos millonarios" que han pasado de superfenómenos a arrastrarse por el campo de golpe y porrazo. Sólo los de la casa se salvan; ellos son distintos, parecen tocados por una varita mágica que les hace inmunes a todo.
Apliquemos este caso al Barça. El equipo de Rijkaard naufraga el año pasado porque Frank decide ser infiel a sus propias ideas, porque sacrifica todo lo bueno que había hecho el año pasado tanto en la Liga como en Europa a sistemas inútiles que rompen con cuanto positivo podía extraerse del gran Barça de la 05/06. 3-4-3, tres pequeños, pérdida del pivote, de la presión, de la velocidad, de la movilidad... todo se va al traste, los planteos se convierten en continuos despropósitos.
¿Por qué? Lo ignoro.
El futuro; una Barcelona más rossonera
En esta nueva campaña, la 2007/08, se introduce un cambio hecho con un tino importante, se pasa de Brasil a Europa, del "jogo bonito" sin resultados al esfuerzo; Abidal, Milito, Touré y también en gran medida Henry son ejemplos de este cambio. Futbolistas duros, físicamente poderosos, sacrificados en el caso de los tres primeros y competitivos en todos los casos, especialmente en los de Milito y Henry. Este pequeño volantazo excluye a Motta, Belletti, aísla a Ronaldinho y sube a Eto'o en importancia. ¿Será suficiente? Para mejorar los ánimos en Can Barça, sí; para reconducir la situación de verdad, hará falta algo más.
Aquí entran, entre muchas otras cosas, los capitanes.
De los tres, uno es indiscutible y dos no deberían serlo; creo que es obvio a quién me refiero. El Maldini barcelonista, Puyol, no debe en ningún caso perder el brazalete; sería difícil encontrar a alguien como él en el vestuario, por no decir imposible. Los otros dos debería hacer tiempo que no lo llevan; Ronaldinho, a pesar de haberse cargado el equipo a la espalda sobre el terreno de juego, no es un modelo fuera de él como lo debe ser todo capitán; y Xavi, a pesar de ser indudablemente un buen profesional fuera del campo, no es un modelo de nada sobre de él. Defensivamente casi nulo, poco dado a luchar, a llegar, a esforzarse, se siente mucho más cómodo en partidos suaves, donde sus opciones son más sencillas gracias a la poca dureza del rival; en partidos físicos, simplemente desaparece. El gol de ayer no debe enmascarar algo que hace tiempo que está claro; Xavi tiene muy poca capacidad para incorporarse de segunda línea y marcar.En esto, el olvidado Van Bommel era mucho, infinitamente mejor que él; no es casualidad que el suyo fuera el mejor año del Barça en tiempos. No era decisivo quizás; pero siempre estaba ahí, metía sus tantos, imponía su físico, sin destacar él ayudaba a que sus compañeros fueran mejores.
Dejado esto claro, sólo me queda dejar de divagar y volver al plano principal, las capitanías. En el Barça, hay varios futbolistas que tienen madera para ser capitanes; su actuación es lo único que les puede separar de ello;
Uno es el que ya debería ser segundo capitán; Deco. Auténtico crack y motor del equipo, sin el luso es cuando no hay Barça, sin Deco el equipo azulgrana es poco más que once tíos que tocan, tocan y tocan sin sacar nada en claro.
El segundo es Márquez. Káiser sobre el campo, fuera de él ha tenido graves problemas de profesionalidad; si no fuera por ello, sería un claro candidato a la tercera capitanía.
El tercero es Valdés. Entró en el equipo muy joven, chocó con Van Gaal, volvió al B, volvió a subir con Rijkaard, y se ha asentado como portero indiscutible. Comete errores de vez en cuando, pero sus actuaciones han ido ganando en regularidad y sobr, y su actitud cada día es más profesional. Sólo su pasado le separa de ser el tercero ideal.
El cuarto es alguien que, si se queda mucho tiempo, terminará siéndolo, es inevitable; es Milito. Milito es de esos futbolistas que llegan a un lugar, se hacen rápidamente su sitio, se convierten por méritos propios en intocables, y al cabo de poco, son irremediables líderes del equipo. En uno o dos años, sería el segundo o tercer capitán más adecuado fuera donde fuera, y en el caso del Barça sólo la presencia de Puyol le impide tener primera capitanía casi asegurada a medio plazo.
Esto sería, en el cambio de rumbo que ha impuesto la secretaría técnica azulgrana dando altas y bajas, el segundo paso del camino que aspira a convertir el vestuario en un ente que se pueda comparar de una vez al modelo de gestión rossonero. Después vendrían los últimos movimientos en lo que a fichas se refiere, algo que ya habíamos comentado en entradas anteriores.
Con todo esto, la valoración a dar es clara; el capitán no debe serlo por antigüedad (o al menos no sólo por eso), y la capitanía no tiene por qué estar directamente relacionada con el proyecto; Maldini ha sido capitán de varios proyectos, exitosos y no tanto, y Puyol, incluso en un mismo proyecto, ha visto éxitos y desgracias. Los capitanes sólo son un recurso más para dar equilibrio a la plantilla y al equipo; un equipo que, como siempre, debe venir directamente del máximo responsable... que no deja de ser el técnico.
Se hagan los cambios que se hagan, quien debe responder siempre es el mismo; y en el caso del Barça, no es otro que Frank Rijkaard.
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